La vivienda se proyecta en un espacio contenido en tres cubos, que separan la zona de día de la zona de noche, y que se abren al exterior en su orientación noreste proyectando las vistas sobre el palmeral.
Se persigue una estética limpia y pura, vinculando el interior y el exterior, donde el espacio fluye, y las aristas desaparecen, convirtiéndose en curvas, y alcanzando su esplendor en la escalinata que adaptándose
a la topografía da acceso a la zona de baño.
La villa se diseña en una sola planta, integrando un altillo que funciona como sala de estudio y lectura, y que a través del ventanal principal, consigue gestionar y enriquecer las vistas, permitiendo un visión directa en su orientación norte.
El programa de necesidades es de altas prestaciones, con una superficie de 1.133,27 m2, que se divide según se muestra en las plantas adyacentes.
En el proyecto, el diseño forma parte de una herramienta usada al servicio del arquitecto, y permite aplicar
conceptos sobre el control solar, ventilación cruzada, instalaciones con alta calificación energética y optimizada. Todas estas premisas han de tenerse en cuenta desde el estudio previo hasta el proyecto de ejecución, además de implementar un proceso de mejora continua, lo que los japoneses llaman «Kaizen», y el cual se ha tenido en cuenta en la evolución proyectual de la vivienda.
José Eduardo Mesas Ortega 